Hablar en términos del bien o del mal, es adentrarnos en cuestiones filosóficas abstractas, muy amplias. No vamos a divagar, por el momento, en lo imperceptible; sino en unas investigaciones realizadas por neurólogos alemanes y estadounidenses.
El neurobiólogo alemán Gerhard Roth publicó el pasado mes de febrero sus investigaciones sobre la apodada Mancha del Mal. El señor Roth fue hasta el 2008, director de estudios avanzados sobre el cerebro en Bremen. En la actualidad, está al frente de un gabinete de consejeros sobre las reformas penitenciarias en Alemania. Al tener esta facilidad de contacto con los presos, decidió interesarse por sus cerebros y tomografiarlos. Su investigación consistió en seleccionar una serie de reclusos con perfil de asesinos, violadores…( lo mejor de la prisión) y mostrarles fragmentos de películas violentas e incluso gores. Al medir las ondas de actividad durante el visionado, ninguno de ellos mostraba emoción. Y todos compartían una mancha negra en el lóbulo frontal del cerebro, dónde se crea la empatía, la emoción, el compañerismo… El resultado es ésa mancha negra que tienen en común. La especulación es si un criminal puede llegar a serlo por motivos genéticos, daños o tumores cerebrales.Y si así fuera, sí podría cambiarse su conducta a través de una intervención quirúrgica. Y lo ético o no, que eso sería.
Roth nos cuenta también, que al estudiar la violencia, los factores importantes son:
- el sexo(principalmente hombres),
- la edad,
- la predisposición al nacer(polimorfismo genético), daños cerebrales prenatales, pos-natales y fisiológicos y su correspondiente desarrollo
- y niveles bajos de serotonina que pueden favorecer una conducta agresiva y dificultades para el auto-control.
Iker Jimenez en su programa de radio milenio3, nos habla más ampliamente sobre la mancha del mal, a partir del minuto 13:52.
El lóbulo frontal es curiosamente la parte del cerebro que más se activa cuando se medita. Ésta fue la conclusión de los no alemanes, sino estadounidenses, Andrew Newberg y Mark Waldman. Ellos computerizaron los cerebros de religiosas y monjes tibetanos, y escribieron el libro How God changes your brain(Como Dios cambia tu cerebro) con sus conclusiones. Las tomografías computerizadas por emisión de positrones (TEP)de los lamas tibetanos mostraban cómo el lóbulo parietal se adomercía y se desconectaba perdiendo ligeramente el sentido de dónde se está. Para activarse eléctricamente el lóbulo frontal durante esos procesos.La parte izquierda de éste lóbulo se asocia con las emociones positivas y el estado de calma, lo cual se acentúa con la meditación continuada. Meditar no está relacionado a una religión determinada o a la creencia de un dios, pero si beneficia a la persona como por ejemplo disminuyendo su nivel de estrés.
Por lo que, ¿El bien y el mal juntos? Parece ser que sí.
Para profundizar más en el tema, no dudéis en visitar:
–Tendencias21. Una nueva investigación descubre la base neurológica de la espiritualidad.
– Revista Quo. Hallan el origen del mal en cerebro.
–El cofre de lucía. La fe estimula el cerebro incluso el de los ateos.