La motivación en el trabajo es un tema recurrente donde los haya, del cual es necesario hablar sin miedos.
Podemos estar en la situación de estar metidos en un lugar de trabajo en el cual no seamos muy felices, queriendo decir con felices que nos sintamos realizados, valorados y satisfechos, o en cambio, que gocemos de un empleo que es nuestra pasión y nuestra forma de ver la vida, que disfrutemos con él y que se nos pasen las horas volando.
Sea cual sea lo que nos esté tocando vivir ahora, la motivación juega un papel muy importante, tanto para venirnos arriba y sentir que flotamos en el aire, como al revés, que hagan que queramos irnos de ahí, o lo que es peor, que no queramos ser nosotros mismos.
Hablamos de motivar a alguien, algo que un auténtico líder de equipo debería saber hacer antes de dar resultados positivos a nivel de dinero en la empresa, o saber gestionar momentos de crisis. Considero la motivación de un empleado tan vital como que tan vital es el mismo empleado. Sin ellos la empresa no estaría de pie. Sin ellos los día a día no pasarían. Porque no habría empresa. Hablamos de motivar de manera positiva, no de creer que les motivas con incentivos de un poquito más de euros si consigues alcanzar objetivos sin sentido. Eso seguramente llegue, si motivas a la persona desde el corazón. ¿Qué quiero decir con esto?
Pues que debes considerar que esa persona es maravillosamente válida en lo que hace. Que si, que tiene que aprender, pero que siempre está al pie del cañón, que es valiente porque propone, que es resuelta porque toma sus propias decisiones, aunque se equivoque. Porque no hay nada que no tenga solución excepto la muerte. Enterarse ya, de que no vale el “TODO VALE”, que buscamos abaratar despedidos, pero también vidas, y eso no es digno de nadie.
Desde Código Mente te dejamos unos cuantos puntos, que creemos deberías leer, especialmente si tienes personas a tu cargo, ya seas director, jefe, responsable, pero también si no trabajas solo y tienes compañeros de trabajo:
- Sé coherente en tu trabajo. Si tus empleados deben ser puntuales, tú también debes cumplir tu horario.
- Sé sincero. No ocultes ni rebajes los problemas y los datos que a ellos les puede interesar. Transparencia es lo que ellos admiran y agradecen, porque les hace sentir parte de un todo.
- Pide las cosas porfavor, no amenaces, no seas mal educado, no ridiculices, no pongas malas caras. Ellos no están en las mismas condiciones que tú. Esa clase de poder no te beneficia para nada.
- Da las gracias por los logros, reconoce el esfuerzo, mira a los ojos cuando hables de lo malo y de lo bueno.
- Felicita de manera incondicional. Equilibra las mejoras cosas y las cosas a mejorar.
- Pregunta qué tal se encuentra, si se siente bien, si cree que podría mejorar en algo. Mantén reuniones mensuales y privadas en las que el tú a tú sea lo importante.
- Si algo falla, no acuses con el dedo. No digas “ya te lo dije” o señales lo mal que ha hecho algo. Habla de “nosotros” y comienza por preguntar ¿Qué ha pasado? Y ¿Qué podemos hacer para solucionarlo?
- Sé respetuoso.
- Sonríe a los demás. Aún cuando el día se malo y no tengas ganas. Ellos se sentirán mejor en tu compañía.
- Recuerda y haz sentir a los demás que estáis en el mismo equipo y trabajáis por lo mismo.
Todo lo demás vendrá solo. Y harás que la motivación en el trabajo sea coser y cantar.