Casi sin tiempo de terminar las uvas, el cava o champán, los besos, las felicitaciones etc., es posible que nuestra mente esté ya planificando el próximo año o cuando menos imaginando nuevas actividades y buenos propósitos para el 2014 en un intento de renovación, imitando el nacimiento de un nuevo calendario con todos sus meses y días por estrenar.
En cuanto a los propósitos más manidos y archisabidos, que todos hemos intentado alguna vez están:
- dejar de fumar,
- aprender inglés,
- estudiar más y mejor,
- ser más positivo,
- hacer ejercicio,
- comer sano,
- perder peso,
- ser más solidario,
- ahorrar…
Nos encanta hacer interminables listas de propósitos algunos irreales, otros imposibles y otros incompatibles con nuestra forma de ser, sentir, pensar o actuar.
Es obvio que si no estamos acostumbrados a hacer ejercicio no podemos empezar por tres horas seguidas, porque no vamos a salir al día siguiente; si se trata de perder peso también es imposible que lo consigamos dejando de comer absolutamente; si acaso hemos elegido ser más ahorradores no se conseguirá aunque decidamos encerrarnos en casa.
Por ello es casi seguro que la mayoría de los intentos se quedarán por el camino alegando circunstancias ajenas, escasa voluntad, pereza, falta de resultados… pero lo que no sabemos es que casi siempre se trata de falta de motivación… el “combustible” de nuestras acciones, de nuestra conducta.
Lo ideal sería centrarse en dos o tres objetivos como máximo que nos resulten motivadores, que sean realistas y plausibles y proceder a planificar cómo llevarlos a cabo, pensar en los resultados o beneficios que se podrían alcanzar, visualizar esos logros, aquí sí es conveniente hacer una lista, plasmarlo en papel o en soporte que podamos ver fácilmente, así se consigue mantener la motivación en los momentos en que la voluntad se debilita.
También es importante para alcanzar el objetivo propuesto dividir esos propósitos sean cuales fueren en submetas que nos ayudarán a alcanzarlos más fácilmente y esa satisfacción por la submeta conseguida nos reportará feedback y nuestra motivación de logro aumentará.
Por tanto el componente principal para conseguir nuestros propósitos de Año Nuevo sin duda es la motivación. No es “algo” que podamos ver sino un proceso interno que activa, dirige y mantiene la conducta; en dicho proceso “trabajan” dos dimensiones:
- la dirección (acercarse o evitar un objetivo o meta)
- y la intensidad (magnitud de la conducta de acercamiento o evitación).
Además de estas dimensiones en el proceso motivacional también entran en juego diversas variables:
- biológicas,
- de personalidad,
- cognitivas,
- conductuales y emocionales,
siendo diferentes para cada persona, de ahí que nos asombramos cuando algunas personas de nuestro entorno consiguen sus metas y otras o nosotros, no.
Por último, sabed que si no conseguís lo propuesto aparecerá la frustración, pero no se trata de un aspecto negativo, la frustración es un estado motivacional que energiza la conducta, como poco estaréis en el punto de partida no un paso atrás y por tanto no es cuestión de perder la autoestima, menospreciarse o desmotivarse sino que hay que plantearlo como una nueva oportunidad para conseguir nuestro propósito y nuestra meta con mayor fuerza y más motivados si cabe.
De todas formas,