Salir del cascarón es complicado. Saber hacia dónde te dirijes es también dificultoso, ya que siempre se te presentan delante muchas opciones con las que te sientes identificado. Pero hay un paso, el siguiente de hecho, que hay que darle fuerte para que se convierta en un plus para conseguir cualquier meta que se nos ponga por delante. Éste es el COMPROMISO.
Cuando hablamos de compromiso, nos referimos a la
“determinación personal de cumplir con los objetivos marcados mediante la realización de acciones. Antes de marcar los objetivos es muy importante conocer si realmente estás comprometido con ellos. Tiene que surgir de tu interior.”
Para conocer si estamos realmente comprometidos con ello hay diferentes opciones y ejercicios valiosos para conseguirlo, uno de ellos y que os lo propongo aquí es primero revisar TUS VALORES. Este ejercicio lo saco de autocoaching.es
Os cuento a mi manera el ejercicio que nos ofrecen.
Piensa, lo primero, en un momento en el que te sentiste muy bien, de una manera fuera de lo normal , visualiza ese momento de tu vida y hazlo de la manera más gráfica posible. Detalla olores, sabores, colores, sentires, palabras, etc, todo lo que puedas recordar. Tras tenerlo en la mente, contesta a estas preguntas de forma ordenada :
- ¿Qué recuerdas de esa situación?
- ¿A qué no renunciarías por esa situación?
- ¿Qué percibías cómo importante en ese momento?
- ¿Qué sentías cuando estabas haciendo eso?
- ¿Qué beneficios te aportaba?
- ¿Qué valores crees que te guiaban?
- En suma, ¿qué recuerdas de dicho caso?
Intenta recordar más de algún momento así, y contesta de la misma manera a las preguntas anteriores, y dando detalles a la situación tales como
“qué pensabas, qué veías, qué olías, qué tocabas, y que consigas sentirte inmerso en ese instante y puedas finalmente descubrir y enumerar qué valores te guiaban en esa situación”
Analiza situaciones que recuerdas malas y angustiosas de la misma manera y con el mismo detalle que las buenas, y tras ésto haciéndote estas preguntas:
- ¿Qué aspectos negativos recuerdas?
- ¿Por qué te sentías incómodo?
- ¿Qué hacía que no estuvieras en armonía con tus valores?
- ¿Qué te hubiera gustado cambiar?
- ¿Qué valores dejaste a un lado en ese momento?
Pensar en estas situaciones y hacerte estas preguntas te ayudan a identificar tus valores, y saber qué es aquello que más te agrada y que es aquello que no soportas. Los valores sirven para entender porqué tenemos unas habilidades o puntos fuertes.
Un valor que tú tienes para las relaciones familiares no tiene porqué ser el mismo para la vida en pareja, pero sí que tenemos unos valores esenciales que son aplicados a lo largo de nuestra vida y que nunca se cambian. Los tenemos para siempre y marcan, de alguna manera, nuestra existencia y decisiones.
Cuando por ejemplo queremos volver a retomar el compromiso con el valor humildad, tenemos que pensar qué es para nosotros el concepto de humildad y después realizarnos estas preguntas:
- ¿Por qué es apropiado y deseable tener ese valor?
- ¿Qué consecuencia sobre tu comportamiento provoca tenerlo?
- ¿Cuál es el propósito positivo de este valor?
- ¿Cuáles son las situaciones clave que están relacionadas?
- ¿Qué limitaciones o resultados están relacionados con el mismo?
- ¿Qué alternativas existen en relación a dicho valor?
- ¿Dispones de algún valor parecido?
Todas estas cuestiones nos ayudan a reconsiderar las situaciones desde la perspectiva de los valores y con ello adquirir más motivación para alcanzar aquello que queramos conseguir. Este ejercicio nos puede ayudar de una manera perfecta a alcanzar mayor compromiso con nuestras metas e ilusiones porque comienza desde la raíz de nuestro ser, los valores y lo que consideramos esencial en nuestra vida.