Sentir ansiedad es algo común en el ser humano. Normalmente la describiríamos como una sensación de angustia o preocupación, acompañada de sensaciones corporales desagradables. La respuesta ansiosa considerada adaptativa se manifiesta ante situaciones percibidas como amenazantes.
Antiguamente, nuestra especie interpretaba esta reacción como una señal útil para poder sobrevivir en un mundo lleno de animales más fuertes, más grandes y potencialmente peligrosos.
Este tipo de respuesta, aunque en la actualidad no resulta práctica para enfrentarnos a situaciones extremas con animales, nos alerta de un peligro real o imaginado en nuestro entorno más próximo y suele darse dentro de un marco social.
Por lo tanto,
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una respuesta innata cuya función es ayudarnos a sobrevivir en entornos peligrosos o amenazantes.
Una crisis de ansiedad se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte inminente. También pueden aparecer síntomas como falta de aliento, palpitaciones, opresión en el pecho, sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a” volverse loco” o perder el control. La reacción más común es el deseo de huir o evitar la situación.
Todos los seres humanos experimentamos momentos de ansiedad a lo largo de nuestra vida. Y como ya hemos mencionado, esta sensación nos avisa de que debemos estar atentos y preparados para huir o “pelear” en el sentido más primitivo de la palabra.
Los médicos psiquiatras David A. Clark y Aaron T. Beck definen el miedo como “un estado de alarma neurofisiológico, primitivo, automático que incluye la evaluación cognitiva de una amenaza inminente a la seguridad del individuo.”
Sin embargo, definen la ansiedad como “un sistema de respuesta complejo, cognitivo, afectivo, fisiológico y conductual que es activado cuando se anticipan circunstancias o eventos considerados altamente aversivos por ser impredecibles, incontrolables y potencialmente amenazantes para los intereses vitales del individuo.”
Como se puede observar, la ansiedad abarca un abanico muy variado de respuestas que se manifiestan a todos los niveles resultando mucho más compleja que el miedo.
Niveles de la ansiedad:
– Fisiológico: Todas las sensaciones de nuestro cuerpo: falta de aliento, palpitaciones, malestar torácico, asfixia, temblores, sudoración.
– Conductual: Las acciones que llevamos a cabo: evitación, huida, paralización, enfrentamiento.
– Cognitivo: Se trata de la valoración de la situación: pensamientos negativos, interpretaciones erróneas de la situación, sensación de volverse loco o de perder el control.
– Afectivo: Sentimientos: miedo, tristeza, agobio, frustración, angustia.
Por regla general, la ansiedad se relaciona con una interpretación emocional de la situación. El significado que le damos a lo que nos está pasando, está unido a una emoción central que controla todo lo demás. Es por eso que la ansiedad es una respuesta mucho más subjetiva que el miedo.
Ahora bien, ¿cuándo la ansiedad se convierte en un problema y debemos pedir ayuda?
Diferencias entre ansiedad normal y patológica:
Clark y Beck distinguen 5 criterios:
- Cogniciones disfuncionales: Son falsas creencias y conclusiones que solemos sacar de interpretaciones erróneas de la realidad. Suelen ser, por ejemplo, conclusiones absolutistas basadas en un único hecho, normalmente negativo. (“Nunca volveré a ser feliz”,” Siempre seré un fracasado”) Existen muchos tipos de cogniciones disfuncionales que desglosaremos en una publicación posterior.
- Funcionamiento deteriorado: En el caso de sufrir una ansiedad patológica, esta debería estar influyendo también en otras estrategias de afrontamiento, hasta el punto de anular nuestra conducta gravemente. Es decir, la ansiedad anula el resto de técnicas de las que disponemos para enfrentarnos a las situaciones amenazantes.
- Persistencia: La ansiedad patológica persiste mucho más tiempo de lo esperable en condiciones normales. La respuesta de ansiedad considerada normal, tal y como llega, se va, en un período de unos minutos.
- Falsas alarmas:La reacción de ansiedad ocurre en ausencia de estímulos amenazantes o ante mínimos indicios de ellos.
- Hipersensibilidad a los estímulos: La reacción de ansiedad se activa ante un amplio rango de estímulos normalmente inocuos para el resto de las personas o que no suponen una amenaza real.
En resumen, cuando nuestra reacción de ansiedad es justificada y se da en una situación de amenaza o peligro real para nuestra vida (o para un ser querido) constituye una respuesta completamente normal, que tal y como ha venido, se irá en cuestión de 15 o 20 minutos.
Ahora bien, cuando esta sensación dura más de lo esperado, se manifiesta ante estímulos completamente inocuos (o, incluso, ante la ausencia de ellos), anula nuestra capacidad de afrontamiento y nos lleva a tener pensamientos absolutistas y totalmente erróneos, hasta el punto de perjudicar gravemente nuestra salud, debemos tomar cartas en el asunto.
La causa de la ansiedad depende de muchos factores (genéticos, culturales, contextuales, cognitivos, etc.) pero si crees que sufres algún problema de este tipo, aunque sea leve, probablemente te ayuden las técnicas de relajación, el mindfulness o los procedimientos cognitivos como la corrección de distorsiones cognitivas. Las técnicas cognitivas nos ayudan a pensar correctamente, a valorar el verdadero riesgo de la situación y a buscar los recursos de los que disponemos para enfrentarnos a ella.
Educar a nuestro cerebro para tener una visión más realista de las adversidades es una de las bases más importantes del tratamiento de la ansiedad.
Muy interesante. Buen artículo.
Espero ver pronto el artículo de los tipos de cogniciones disfuncionales.
Un saludo
Muchas gracias Goe, pronto podrás disfrutar de la segunda parte, un saludo!!!